Estación Naranjo

Estación Naranjo, un pueblo que creció al lado de una estación de ferrocarriles, ahora abandonada de trenes, ahora la sangre, ahora el sonido de la pólvora; a 200 kilómetros de la capital del estado sinaloense, la tierra que vio crecer a una familia, poco a poco se ha ido convirtiendo en un paraje desolador. Esa familia, migró de ese pueblo a la ciudad antes de que la muerte y el miedo sonara más fuerte que el agua del arroyo y lo desbordara todo. Años más tarde el tren de pasajeros dejó de funcionar en aquel país al norte del planeta; desapareció el tren y desapareció el trabajo, desapareció el sustento, desapareció la gente. En México escribir desaparecer es sentir las ausencias reventando en las yemas de los dedos. La vida sigue, la nuestra. Pero esta es también la historia de una mujer extraordinaria, Francisca Gámez López, la que permite que Estación Naranjo pueda ser contada. Para que no se nos olvide.